sábado, 13 de noviembre de 2010

Discurso ante la CIES (16 de agosto de 1961, en la reunión del CIES, en Punta del Este).


Señor Presidente:
Cuba se ve en la necesidad de abstenerse en la votación general del Documento y va a pasar a explicar, con algunos detalles, las razones de esta abstención.
Señor presidente: En el discurso pronunciado durante las plenarias inaugurales, esta delegación advirtió de los peligros que traía la reunión de la "Alianza para el Progreso", y creyó ver en ella el principio de una maniobra encaminada a aislar a la Revolución Cubana. Sin embargo, la delegación de Cuba explicó que venía dispuesta a trabajar en armonía, a discutir de acuerdo con principios que son rectores de nuestra Revolución, y a tratar de coordinar con todos los países una acción conjunta, para llegar a documentos que expresaran no sólo la realidad sino las aspiraciones comunes de todos los pueblos.
Desgraciadamente, entiende la delegación cubana que esa aspiración de su parte no ha podido ser cumplida integralmente, Cuba, señor presidente, trajo 29 proyectos de resolución, en donde se trataban muchos de los problemas fundamentales que, según nuestro país, afligen a América, distorsionan su desarrollo y lo condicionan a la acción de los monopolios extranjeros. Cuba señaló la contradicción entre la insignificancia de los objetivos y la grandiosidad de las proclamas. Se habló aquí de un reto con el destino; se habló de una alianza que iba a asegurar el bienestar a todos los habitantes de América, y se usaron muchas palabras grandilocuentes.
Sin embargo, cuando se llega a precisar lo que va a ser el "decenio de progreso democrático", nos encontramos con que, con una tasa de crecimiento neto anual de 2,5% por habitante, se requiere aproximadamente un siglo para alcanzar el nivel presente de los Estados Unidos, que evidentemente es un alto nivel de vida, pero no es una meta inalcanzable ni puede considerarse absurda para los países del mundo y los países de América.
Además, calculando -naturalmente, un cálculo que no tiene una base científica y sólo sirve como medio de expresión de ideas- que el proceso de desarrollo de los países actualmente subdesarrollados y el de los países industriales se mantuviera en la misma proporción, los subdesarrollados tardarían 500 años en alcanzar el mismo ingreso por habitante de los países desarrollados. Entendemos nosotros que cuando la situación de América está como está -y por algo nos hemos reunido en esta conferencia económica-, no podemos hablar de fines tan grandes y plantearnos objetivos tan pequeños.
En materia de educación y salud, las metas han sido también muy modestas; en algunos casos, más modestas que las propuestas por organismos internacionales, como la UNESCO, hace ya algunos años, metas que nuestro país ha excedido en algunos casos, y que en un todo piensa exceder antes de cinco años.
En materia de vivienda no hay definición de metas y ni siquiera encontramos una definición cualitativa de lo que va a ser el desarrollo industrial.
Además, notamos cierta imprecisión de objetivos en materia agraria, donde se consideran en un mismo plano el latifundio y el minifundio, y en donde no se trata en ningún punto la acción de los latifundios extranjeros, perturbadores de la economía de muchos de los países de América.
Cuba interpretó que si se mantenían muchas de estas metas, ya enunciadas más o menos en forma igual en los documentos originales puestos a nuestra consideración, y si se mantenía el sistema de las inversiones privadas directas desde el extranjero, no se iban a poder lograr las bases necesarias para establecer de verdad el derecho a empezar que tienen los pueblos de América, el derecho a establecer las bases de una economía sana que permitiera ritmos elevados de crecimiento.
Además, durante el curso de la Conferencia, la delegación de Cuba preguntó en reiteradas oportunidades cuál era el mecanismo de la distribución de los recursos de la llamada Alianza para el Progreso, y si Cuba podía recurrir a esos recursos. Estas dos interrogaciones no han sido contestadas.
Con respecto a la integración económica de América Latina, señaló Cuba que la integración no es panacea ni puede servir de alternativa a reformas socioeconómicas básicas, y preguntó, sin embargo, si caben en la integración países con distintas formas de organización económica y social, pues Cuba se muestra dispuesta a adherirse a la integración económica de América Latina siempre que se respeten sus peculiaridades socioeconómicas.
Cuba además indicaba como requisito previo a una integración sólida, la plena soberanía de los países en todo su territorio, y se refirió concretamente a la base de Guantánamo, que existe en el territorio de Cuba, y al Canal de Panamá.
Además se hicieron otra serie de pedidos, algunos de los cuales en una forma u otra, a veces bastante limados de su intención original, han sido incorporados a los documentos definitivos de esta reunión. Pero hay otros, como la exigencia de garantías para las naves y aeronaves de todos los países miembros, que no fueron siquiera tratados.
Con respecto a los productos primarios, se señaló la inestabilidad de los precios y de los mercados de los productos; se denunció la agresión económica y pidió que se la condenara y proscribiera; señaló la necesidad de diversificar las exportaciones de los países latinoamericanos, aumentando la elaboración de productos primarios, incorporando nuevos productos a las exportaciones, abriendo nuevos mercados, y señaló explícitamente el mercado del mundo socialista, que tiene actualmente un tasa global de crecimiento del 10%.
Cuba criticó los subsidios y el "dumping" de productos primarios por parte de los países industrializados, y señaló los riesgos que la acumulación de excedentes agrícolas o las reservas estratégicas de minerales pueden traer a los mercados de productos primarios. Las proposiciones y advertencias de Cuba encontraron eco en algunos países, y en otros puede decirse que Cuba se hizo eco de ellas pues, naturalmente, muchos de estos problemas son comunes a nuestros países subdesarrollados.
Sin embargo, el documento final ha, prácticamente, limado totalmente la intención verdadera de los promotores de las ideas, de tal forma que quedaron prácticamente inocuas. Por ejemplo, mientras la delegación de Cuba planteaba la abolición de las restricciones a la importación y los subsidios a la producción interna de productos primarios, por parte de los países industrializados, el documento final sólo habla de reducir hasta abolir, si es posible, dichas restricciones.
En muchos casos ha sucedido lo mismo. Las proposiciones concretas que llevaban un fin determinado se convierten en declaraciones vagas, donde se incluyen las frases: "si es posible, dentro de los reglamentos", "cuando las condiciones lo permitan", "si así lo requieren", o "si así lo permiten", etc., de tal forma que inmediatamente se establecen las cláusulas de escape.
Como dato, podemos decir que, según la FAO, los Estados Unidos han dado, por concepto de sustentación de precios en la agricultura, en el año 1955 -con los datos que teníamos a mano- la suma de 2.525 millones de dólares, suma mucho mayor que la que hasta ahora se ha dado en un año.
El presente documento no ofrece, ni siquiera, la garantía efectiva de que la producción subsidiaria interna de Estados Unidos no seguirá expandiéndose.
Sería muy largo continuar con la lista de todas las proposiciones en que Cuba participó con espíritu constructivo, tratando de que se lograran resoluciones efectivas que, sin lesionar la soberanía de ningún país miembro -ni aun la de aquel poderoso que, por razones de su desarrollo industrial, está en especiales condiciones frente a los demás-, pudieran determinar un entendimiento que diera garantía cabal a los países más pequeños y a los países subdesarrollados en general, de que se iba a poder iniciar esta nueva era de que tanto se habla. Después se hizo la declaración que ayer fue presentada y sobre la que trabajamos, y con respecto a la cual Cuba se abstuvo por encontrarse varios puntos controvertidos, algunos absolutamente de fondo y otros de forma, como ha venido ocurriendo en el transcurso de esta reunión.
El punto fundamental es que, una vez más los Estados Unidos no contestaron a la interrogación cubana, de tal forma que el silencio debe interpretarse como una negativa y Cuba no participará en la "Alianza para el Progreso". Mal se puede apoyar una alianza en la cual el aliado no va a participar para nada. Además, no se ataca la raíz fundamental de nuestros males, que es la existencia de monopolios extranjeros que distorsionan nuestras economías y atan, incluso, nuestras políticas internacionales a dictados exteriores.

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