martes, 14 de junio de 2011

Ernesto Che Guevara tendría 83 años, si estuviera con nosotros.

El 14 de Junio se cumplen 83 años del nacimiento de Ernesto Guevara de la Serna, el “Che”, una de las personalidades más importantes y emblemáticas del siglo XX. El paso del tiempo, lejos de apagar los ecos de su gesta, ha engrandecido su figura.



Tal vez porque los problemas que convulsionaban a Latinoamérica en aquellos ’60 continúan irresueltos. Para quienes se interrogan sobre el futuro de nuestra región, el “Che” sigue siendo una figura ineludible. La polémica sobre sus principios y formas de hacer aún se siguen debatiendo: con sólo poner su nombre en un buscador de Internet surgen cientos de sitios y foros de discusión, en todos los idiomas, sobre su acción revolucionaria. Aún es usual al recorrer una ciudad, aquí y en todo el mundo, reconocer su rostro en una pintada callejera, en un afiche, en la televisión o una remera.
Hay quienes que ensayan nuevas lecturas –algunas ligeras y otras mal intencionadas– sobre su acción política con la vana intención de devaluar el mito. Así, señalan al “Che” como idealista, violento o autoritario y, desde la cómoda “lucidez” que brinda la distancia histórica, juzgan lo utópico de sus ideales. Por supuesto, estas posiciones sólo se pueden sostener desde la incomprensión de la época que lo gestó y ocultando las tamañas injusticias que sufría Latinoamérica. A todas ellas se enfrentó el “Che”.
Hay otros que, desde la comprensión de una época y los límites de visión que pudo tener el “Che”, rescatamos su figura como un ejemplo de ética y compromiso, en una época donde aún se creía que era posible cambiar el mundo con un puñado de hombres. La historia del “Che” es también la historia de una generación y la que le siguió, en Latinoamérica y todo el llamado “Tercer Mundo” durante la Guerra Fría. Esta generación jamás interpuso sus intereses privados a la consecución de un mundo justo y libre. La historia del “Che Guevara” es una historia de voluntad y rebeldía que se sostiene a través del tiempo y transforma en un mito que permanente llama y alienta la cotidiana búsqueda, en todo el mundo, en toda época, de un destino solidario